Soy la Otra de una tal Lola.
La que se alberga en el interior de una dama convencional. Soy las dos. Y de ésta, también soy la Otra.

Cualquier parecido con la realidad en personajes o historias, es mera intrascendencia.

domingo, 12 de enero de 2014

Ocultos

Jonás siguió durante muchos años ocupando algún hueco en el tiempo de Lola. De tanto en tanto, muy de tanto en tanto, como una buena forma de reavivar la pasión tras el tiempo hibernado del recuerdo del otro.
Jonás seguía siendo un tipo más que atractivo al paso de los años. Lola le resultaba igual de excitante a él.
Creo que fueron tres años los que marcaron la ausencia entre ambos desde la última vez.
Yo decidí renovar los votos sexuales inexistentes que podrían haberse hecho ellos en algún momento.
-Un café la semana entrante, que hace tiempo que no te veo y nos ponemos al día.
Y la semana entrante llegó sin preámbulos ni expectativas por parte de Lola. Si he de ser sincera, ni siquiera se acordaba.
Pero a las ocho un mensaje: -Sigue en pie ese café?
Y Lola se subió a su coche cuando él la recogió en la puerta de su casa.
Luces, música, otra caña por favor y terminaron en casa de Jonás abalanzándose uno sobre otro en el sofá después de disimular mutuo interés por proyectos personales.
Jonás jadea sobre Lola, embutida en las mantas pues tiene frio. Su pene vuelve a recordarle a Lola el mismo aguijón que la ha penetrado tantas veces. Es como un cuchillo sin peligro que cercena cada pliegue. Pero a Lola no le importa pues soy yo la que dirige su cuerpo que serpentea bajo el de él.
Y después de tantos años, ya no quiere preguntarse por qué el sexo anodino con Jonás. Por qué renueva el contacto si no hay rareza en el encuentro. Por qué sigue eligiendo no desplegar nuestra pasión, o nada.
Le hago prometerme que si vuelve a las andadas, tendrá que ser con quien nos haga vibrar a ambas por igual.

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